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Susana Pérez, directora de INESE
La formación, herramienta de éxito profesional

El saber no ocupa lugar, dice el conocido proverbio que indica que el conocimiento no presenta ningún tipo de inconveniente y nunca estorba. ¡Cuánta razón tiene! 

Aunque para desenvolvernos en la vida lo verdaderamente necesario es la capacidad de resolución, una buena formación es de gran importancia, tanto a nivel profesional como social. El proceso de formación es enriquecedor en sí mismo y son innumerables las ventajas que presenta: nos aporta seguridad, nos motiva y aporta credibilidad, nos ayuda a resolver conflictos y adaptarnos ante los cambios, nos ayuda a competir, a diferenciarnos, suscita un sentimiento de adhesión a la empresa y nos ayuda a aumentar la productividad y el rendimiento en la misma. 

Todas estas características son las que necesita cualquier empresa y las que marcarán la diferencia con nuestros competidores. De ahí que la inversión en formación va adquiriendo una mayor relevancia dentro de las organizaciones empresariales, considerándose cada vez menos como un gasto sin retorno y más como una de las mejores inversiones en capital humano, especialmente en un sector enfocado al servicio como es el asegurador.

Probablemente, esa apuesta del Seguro por la formación ha contribuido a que se destaque como un sector que está capeando la crisis mejor que otros, con ejecutivos sólidamente preparados que dominan a la perfección claves de éxito de cualquier empresa como la fidelización de clientes, las nuevas tecnologías, la gestión del talento o la Responsabilidad Social Corporativa.

En este sentido, no es solo significativa la apuesta que las entidades hacen en la formación de sus empleados directos, a todos los niveles, sino también en los indirectos, como los mediadores que, al fin y al cabo, son los que acercan el producto y el servicio al consumidor final.

Los mediadores, como empresarios, también están dedicando esfuerzos a la formación otorgándole el valor e importancia que supone para su profesionalización, apoyados por las normativas que regulan esta necesidad de formarse (RD 764/2010 y Resolución de la DGSFP de 18 defebrero de 2011) pero yendo más allá de estas exigencias.

Con estas premisas y con criterios de austeridad y eficiencia, las iniciativas de formación durante toda la vida laboral deberán promover el talento y la profesionalidad en nuestra industria como vía para el desarrollo de la innovación, factor esencial por el que el Seguro debe destacarse. De esta manera, será capaz de afrontar todos los retos que se plantean. 

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