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Meritxell Obiols Soler. Coach, formadora y Doctora en Ciencias de la Educación.
Mitos, leyendas y realidades sobre el Coaching

Cuando un individuo trata de mejorar, de desarrollar su talento, exclusivamente por sí mismo, lo consigue en menos del 10% de los casos. Si lo hace a través de Coaching, en más del 85%.

Más allá de una filosofía de vida, como suelo escuchar con frecuencia, el Coaching es una metodología muy eficaz que facilita a una persona, grupo/equipo u organización, ir de donde están a donde quieren llegar. El Coaching es un proceso continuado y sostenido en el tiempo, ya que se necesita un tiempo para realizar ese cambio. Con esto queremos dejar constancia que no hablamos de una sesión puntual de Coaching (el Coaching es muy eficaz, pero los coaches no somos fabricantes de milagros…), sino que hablamos de procesos de Coaching que requieren de varias sesiones. En todo proceso de Coaching deben producirse cambios y este cambios implican acción. Si no hay acción, no hay cambios. En un proceso de Coaching las acciones no se intentan… ¡se ejecutan! 

Debemos tener en cuenta que, por más que se nos venda lo contrario, no todas las personas son susceptibles de poder hacer un proceso de Coaching. La primera condición es que la persona necesite/quiera cambiar; de lo contrario, no funcionará. Se requiere una voluntad de mejora, y la necesidad apuntada suele ser un detonante muy potente para querer cambiar y hacer realidad este cambio. La segunda condición es que estar dispuesta a hacer lo que haga falta para lograr su meta. La tercera condición es acompañar a personas funcionales, es decir personas que están bien, pero pueden y quieren estar mejor. Este aspecto contempla, en el aspecto profesional, mantener una actitud positiva en la empresa y sentirse alineado con valores como el compromiso, el logro, la actitud positiva y la orientación al cliente.

Durante el proceso, el coach realiza  un acompañamiento a su coachee/ cliente a través del planteamiento de preguntas que le facilite encontrar sus propias soluciones, sin dar “los consejitos del día” que tanto nos gusta dar a los demás. Es de gran importancia para el proceso de Coaching determinar cuál es el problema y fijar objetivos específicos, medibles, calendarizados y realistas. En este sentido, suele ser habitual, que los clientes tengan claro qué quieren, aunque no saben cómo conseguirlo. El Coaching facilita encontrar este cómo.

Y, cómo no, uno de los grandes factores de éxito de un proceso de Coaching es el propio coach, producto de su madurez y personalidad, así como su forma de ser única y exclusiva, mostrada con toda su coherencia. 
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