Opinión

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Juan Ramón Galván Hernández, corredor de seguros
Una mediación de seguros responsable


Los mediadores de seguros somos una parte importante, es más, digo muy importante, del sector global de seguros. 


En una época en la que todo se cuantifica, la Mediación de Seguros está cuantificada. Nuestra cuantificación en volumen de primas está muy, muy próxima al 50% del volumen total del negocio. Este dato es relevante; con una competencia cada vez más amplia y feroz de otros canales de distribución, con un ambiente propicio para la búsqueda continua del precio en las pólizas, el 50% del negocio asegurador sigue estando mediado por nosotros. 


Lamentablemente no están cuantificadas otras aportaciones de tanta importancia o más que la del volumen de negocio, quizá por la dificultad para hacerlo, por nuestro deseo de lo inmediato y menos proyección futurible, o tal vez por grandes intereses en no hacerlo. 


Cumplimos con una función profesional, proyectada a la social indispensable: nuestro conocimiento del producto, de las compañías de seguros, de las acciones y reacciones de estas pone luz a contratos densos, espesos y en muchos casos oscuros para el asegurado. Desde el mismo, asesoramos al cliente en todas las circunstancias relativas a la contratación y posteriores derivadas de la misma, al tiempo que, desde la profesionalidad, conseguimos negocio duradero, sostenible y adecuado para las compañías de seguros.


Todo lo dicho anteriormente es de Perogrullo, escrito, hablado y mencionado constantemente en este sector, pero lo utilizo como base fundamental para mi reflexión. Prefiero que ésta sea desde la acepción positiva, obviando lo que no debemos hacer para reforzar lo que debería ser de obligado cumplimiento, ya sea legal, social o moralmente, y que fortalecería la Mediación de cara al futuro. 


La mediación profesional tiene obligaciones. Obligaciones para consigo misma, para con el  seguro como sector, para el cliente y para la sociedad en general. Obvio es indicar que la primera es la del cumplimiento escrupuloso de la legalidad vigente, sin rodeos, sin atajos y sin justificaciones. Es honrado, al tiempo que respetuoso, consigo mismo y con los demás, quien acepta y cumple las normas del juego; incumplirlas tiene repercusiones hacia uno y, peor aún, hacia los demás.  El cumplimiento de la legislación, así como de esas leyes no escritas que pesan en todos nosotros como normas básicas de convivencia, contribuyen al desarrollo del sector de la mediación en general, fomentando la igualdad de oportunidades y una competencia sana con los competidores. Genera riqueza y no enriquecimiento individual. Al tiempo vamos a ofrecer a nuestros clientes un asesoramiento ecuánime y desinteresado, reforzando nuestra posición en la distribución. De igual forma frente a la sociedad cumpliremos con el componente social intrínseco que se espera de nosotros; vamos a conseguir rebajar la siniestralidad, tanto en coste como en frecuencia, por lo que las primas no van a sufrir aumentos desproporcionados y, sobre todo, vamos a transmitir una imagen de seriedad e igualdad que fomenta la estabilidad social. 


Como profesionales de la mediación de seguros debemos asumir nuestra responsabilidad en lo que nos sucede. Debemos comenzar el cambio por nosotros y no por los demás. En una economía de libre mercado cada vez la competencia va a ser mayor y cualquier agente externo que se incorpore lo hará para quedarse y para, desde sus cualidades, tratar de aumentar la porción de tarta que le corresponda. Quejarse de las malas prácticas de los demás y mirar para otro lado respecto de las que se practican desde la mediación tradicional, primero, no soluciona el problema, segundo, impide una evolución positiva de nuestro sector. Tenemos la responsabilidad de transmitir hacia el exterior, es decir, a nuestros clientes y potenciales clientes, de forma continua y por todos los medios posibles, quienes somos, qué hacemos y, fundamental, porqué deben contratar sus pólizas bajo nuestra mediación. Nuestros negocios deben estar representados por asociaciones, federaciones, colegios y cualquier tipo de entidad que ofrezca prioridad a sus representados, destinando sus recursos a la defensa y fomento de su figura y esto se encuentra en nuestras manos. 


Debemos ganar la confianza del órgano legislador, mostrando seriedad y evolución hacia lo profesional y no la constante mercantil. De ahí podremos conseguir que se regule de forma estricta la incorporación a la mediación de seguros en cualquiera de sus formas, acabando así con todos los mediadores que comienzan en el sector con una preparación insuficiente y como única intención la económica.


Es de vital importancia que lleguemos a acuerdos con las compañías, pero acuerdos legales y honestos con el resto de compañeros, con los clientes y con la propia compañía. Acuerdos que generen estabilidad en las carteras y por tanto confianza y buen servicio en y para el cliente, de igual forma que beneficio para la compañía. 


Desde la asunción de nuestros errores podremos solucionarlos y enfocar nuestros negocios con prospección de futuro. Nuestra imagen debe mejorar de cara al consumidor y para ello es necesaria la transparencia absoluta respecto del negocio que ellos aportan: nuestra misión no es solo la de la distribución, sino que está sustentada en la profesionalidad y lo que esta conlleva. Solo dando un enfoque de profesión podremos garantizar un futuro a medio largo plazo; como meros distribuidores no aportamos valor alguno. Todo ello desembocará en unos ingresos sostenidos en el tiempo, que siempre serán más y aportarán más estabilidad que los puntuales.


Nuestro futuro depende de nuestro presente,  por lo que todo lo que hagamos ahora se reflejará más adelante. Tenemos futuro, seguro.
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