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Gabriel Ginebra. Socio en Abantia Group – Managing (In)Competence
El postureo organizativo

Una pequeña parte de la hiperactividad empresarial son todos aquellos documentos que se mandan más por mero postureo que por una utilidad auténtica. 

La capacidad que tienen las organizaciones de hacer cosas inútiles resulta cómica, y su capacidad de tomar conciencia de ello, mínima. Cuantos comunicados recibimos por mail que tiramos directamente a la papelera sin abrirlos, cuantos sesudos informes van directamente a la estantería o al otro mueble redondo que hay en el suelo; cuantas instrucciones, procedimientos, memorias, manuales enteros que nadie utilizará, pero en los que su autor ha dedicado un montón de días de trabajo... Y la lista continúa: opciones de consulta que nadie consulta, publicaciones que nadie lee, teléfonos de información que apenas informan, reuniones que no aportan nada, planificaciones que se incumplen sistemáticamente porque tratan de planificar lo que no vale la pena planificar, etcétera. Es imposible mencionar toda la incompetencia organizativa en tan poco espacio. 

En una ocasión tuve la oportunidad de advertir al concejal de Cultura de un ayuntamiento de que su campaña de visitas guiadas para promocionar el vino local difícilmente tendría éxito, porque el teléfono que aparecía en el folleto de promoción tenía el número equivocado. En otra ocasión, le comuniqué a la responsable en España del servicio general de control de la multinacional para la que trabajaba que el informe que los mil quinientos empleados recibíamos cada quincena sobre nuestra cargabilidad (porcentaje de horas que nos pagaba algún cliente sobre el total de horas trabajadas) y que definía nuestra ansiedad laboral (tres veces por debajo del 40 por ciento apuntaba despido) contenía cifras incorrectas. Para decirlo de forma gráfica, la última columna promediaba peras con manzanas. No tenía sentido matemático (y que conste que soy de letras). 

Es mucho más fácil ver lo que nos falta que lo que nos sobra. Y es imposible ver lo que nos sobra si el que sobra es uno mismo o el departamento entero del que formamos parte. Entonces, es más probable —es lo único probable— que nos esforcemos en inventar problemas para justificar nuestra existencia. Problemas que más tarde solucionaremos nosotros mismos para justificar nuestro sueldo. Y así, con el postureo, empieza la rueda que da lugar al problema de hipertrofia de las organizaciones y que todavía no nos tomamos demasiado en serio. Pregúntese cuántas de las tareas que realiza a diario añaden valor a su trabajo y cuáles no. Se llevará una sorpresa. 


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