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Daniel Vázquez Rodríguez, Sociólogo y emprendedor
La interdependencia es la clave


El trabajo en equipo es fundamental. Ha sido el pilar gracias al cual los seres humanos hemos llegado hasta donde hemos llegado. Algunos pueden invocar a Hobbes clamando que el hombre es el lobo para el hombre. Hasta cierto punto no les falta razón. Pero también es cierto que, cuando hemos sido lo suficientemente valientes como para actuar más allá de nuestros límites y tan humildes como para aprender de nuestros congéneres, hemos creado las más grandes maravillas. 


Cuando llegamos a un grupo queremos caer bien, no hacemos preguntas incómodas ni cuestionamos lo establecido porque tememos no encajar. Nuestra individualidad se ve diluida en la colectividad del grupo al que queremos pertenecer. ¿Cómo se sintió usted, lector, cuando llegó a la primera reunión en su primer trabajo? Estaría, seguramente, al 100% en esta fase de inclusión. 


Sin embargo llega un momento en el que queremos reafirmar nuestra individualidad. Si antes nos creíamos dependientes del grupo al que queríamos pertenecer, en la fase de aserción creemos, orgullosos, que somos independientes. Intentamos reafirmar nuestra individualidad sobre la colectividad y cuestionamos lo que sea necesario cuestionar con tal de conseguirlo. 


Llega, por suerte, un momento en el que finalmente entendemos cómo funciona el mundo en el que vivimos. No hay nada que sea totalmente dependiente ni totalmente independiente de lo que le rodea. No lo son las cosas ni tampoco las personas, y mucho menos sus funciones. Todo es interdependiente. Cuando llegamos a este entendimiento cambiamos el “esto o lo otro” por “esto y lo otro” y comprendemos que, siendo seres individuales, estamos inmersos en la colectividad. Somos un poco dependientes y un poco independientes a la vez. 


Entender esta interdependencia es fundamental a la hora de plantear una buena relación de trabajo en equipo, y especialmente ahora que las nuevas tecnologías nos permiten llegar mucho más lejos que antes. Da igual cuantas herramientas informáticas utilicemos; si no somos conscientes de nuestra interdependencia, seguiremos trabajando igual de mal en equipo que antes. Intentar superar nuestras carencias personales con tecnología lo único que hará es acentuar nuestras carencias. 


Si nos dejamos embaucar por el miedo (que nos impide actuar) y el orgullo (que nos impide aprender) nos estaremos encerrando en un rincón cómodo, quizás, pero oscuro, y cuando encendamos nuestro ordenador en esa covacha podremos leer en la pared una inscripción: homo homini lupus.
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