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Alberto Redondo. Presidente de la comisión de factura electrónica de Ametic
El año de la e-Factura

Desde el pasado 15 enero, las empresas proveedoras de las Administraciones Públicas (AAPP) de nuestro país están obligadas a emitir sus facturas en formato electrónico. La entrada en vigor de esa norma da un impulso definitivo a la factura electrónica y marca el camino a seguir por el conjunto de las empresas españolas, trabajen o no con las AAPP. 

Más allá de las problemáticas de todo tipo que están acompañando la puesta en marcha de esta norma, propias de toda adaptación a lo nuevo, la medida tendrá a corto plazo un efecto altamente positivo en la actividad empresarial y, por tanto, en la economía española.

La norma obliga también a las empresas cuya actividad tenga una “especial trascendencia económica”, entre las que se incluyen todas aquellas que emiten un elevado número de facturas, como son las utilities, telecos, banca, seguros, transporte de viajeros, venta al por menor y agencia de viajes, que el legislador contempla como impulsores del cambio y la modernización.

Desde la puesta en marcha de la factura electrónica, otorgándole una consideración legal idéntica a la soportada por el papel, se pensó que las AAPP debían actuar como motor del nuevo formato exigiendo su uso a sus proveedores, un papel que nunca se llegó a interpretar con total convicción, y cuya representación se retrasó una y otra vez, a pesar de los resultados altamente positivos de algunas experiencias en Europa y América. Sin duda, la larga crisis tuvo mucho que ver en este retraso; no era oportuno añadir una nueva complicación, por pequeña que fuera, a unas empresas que bastante tenían con salir adelante. 

Hoy, cuando comienzan a brotar tímidamente las ilusiones, las empresas han empezado a acomodarse a una nueva situación: la factura electrónica, que define y marca el camino de su modernización. 

Como en cambios anteriores, el nuevo entorno genera inquietud, si bien, a pesar de la aparente complejidad del escenario inmediato, la e-Factura es esencialmente positiva: reduce costes, automatiza procesos, mejora la gestión, evita errores, favorece la sostenibilidad del planeta… Entonces, ¿qué dificulta a los proveedores dar el paso de una forma sencilla?

Las principales barreras de entrada están en la falta de información precisa y en la ausencia de unos estándares que faciliten su utilización. Existen múltiples soluciones, lenguajes, formatos y escenarios que no siempre conviven, situación que desanima, en primera instancia, incluso a las empresas mejor dispuestas.  

A la vista de este escenario, no ha de extrañar el recelo y temor de las empresas que ven cómo tendrán que dedicar su precioso tiempo y, a veces dinero, a unas tareas que no les aportan, así lo piensan, ningún beneficio al negocio. Deberán conocer, formarse y adecuar su tecnología constantemente para cada cliente/proveedor si realmente quieren automatizar el proceso y disfrutar de todas las ventajas de la e-Factura.

El camino para solucionar el problema será diferente en función del tipo y tamaño del negocio del que se trate. Mientras que las grandes empresas con más recursos técnicos humanos y económicos llevarán la experiencia de un modo más sufrible, las pequeñas lo vivirán con mayores dificultades.

La solución pasará necesariamente por la adaptación, y para ello, o se implanta una tecnología propia, que aún no está madura, dedicando personal especializado e inversión constante, o se busca el apoyo de un socio que te simplifique la situación y te ahorre todos los problemas de un plumazo. Poco a poco, los operadores de factura electrónica se están configurando como una pieza clave para que la factura electrónica no suponga un sufrimiento y pueda ser una realidad viable.

El paso que darán las empresas de este país será el cambio del servicio de envío postal de facturas a uno electrónico, e irán comprobando las facilidades añadidas que este cambio reporta. Los operadores de factura electrónica estamos preparados para dar una respuesta eficaz en cualquier escenario posible, de manera transparente para el cliente, ahorrando costes, mejorando la gestión, potenciando la productividad y  garantizando, como terceros de confianza, todas y cada una de las transacciones.


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