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José Manuel Alonso, historiador especializado en la Historia del Seguro Español
“La Mediación debe mirar a un tiempo al frente y hacia atrás”


 


José Manuel Alonso repasa con nosotros los principales hitos del Seguro español y los nombres que no deben caer en el olvido. Este profesional, con más de cuatro décadas de experiencia a sus espaldas, es un enamorado de la Historia del Seguro porque en ella ve también el futuro. En ese pasado, por ejemplo, nos encontramos falta de profesionalidad, atomización y escasa capacidad para el asociacionismo verdaderamente representativo. “Todos ellos son aspectos en los que la Mediación ya erró en el pasado (y lo corrigió), y en los que sigue tropezando”, se lamenta.

Si tuviéramos que elegir tres grandes fechas para el seguro en España, ¿Cuáles destacarías y porqué?

Para remarcar tres fechas en el mundo asegurador español hay que establecer dos períodos. Por un lado,  el del nacimiento y desarrollo inicial del Seguro en nuestro país, y, por otro, el del seguro en la actualidad.

En el primero de ellos, yo destacaría en primer lugar, en el siglo XIII, la aparición de las Ordenanzas de Seguros Marítimos, hacia 1218, y que aparecen casi a la vez en Barcelona y Pisa. Es el primer compendio asegurador existente en el mundo. Después, la aparición de la figura del “corredor”, como intermediario en la contratación de seguros, que se encuentra en la edición de 1484 del Consulado del Mar. Con posterioridad esta figura volvería a tratarse en la Ordenanzas del Consulado de Burgos (1538), bajo la denominación de “encomendero” o “comisionista”. Y, por último en este periodo, la redacción del primer formulario o contrato pre-escrito para la confección de Pólizas de Seguro Marítimo. Surge redactado por los mercaderes de la Universidad Burgalesa en 1514. Supone el equivalente a las actuales condiciones particulares y generales de nuestros contratos.

En el segundo período, que afecta al Seguro como lo conocemos hoy, destacaría tres fechas: 1908, 1940 y 1986. El año 1908 por varias razones: por la redacción de la primera ley de seguros, que se publica en nuestro país (14 de mayo de 1908) y la aparición del Instituto Nacional de Previsión, principal germen del Seguro Social en nuestro país (27 de febrero de 1908). El 17 de octubre de 1940, con la solución dada al problema de la supersiniestralidad generado por la Guerra Civil, organizando a las partes implicadas para poder llegar a un acuerdo asegurador, no justo, pero si lógico, y que representó el nacimiento del que luego sería el Consorcio de Compensación de Seguros. Y el 1 de enero de 1986, con la entrada de España en la Comunidad Económica Europea, por el revulsivo que supuso para todo el sector asegurador, al tener que adaptar sus estructuras a la normativa europea, sobre todo en la relativo a la Solvencia.

¿Y para la Mediación de Seguros?

En este sentido unificaré las fases que acabo de citar y considero destacables las siguientes fechas: 1484, la ya comentada sobre la aparición de la figura del “Corredor” en el Libro del Consulado del Mar; 1915, por la creación en Barcelona de la Asociación de Agentes de Seguros, fundada por Ramón Gassol Gay, primer colectivo capaz de unirse para defender los intereses profesionales de sus integrantes; 1941, por la creación del Sindicato Nacional de Seguro, lo que supuso un duro golpe para las asociaciones que ya se encontraban operando, y la desaparición de los colegios de Agentes Libres y las negativas consecuencias que esto implicó, y la década de los noventa, con la aparición de canales de distribución aseguradora alternativos (venta telefónica, venta en grandes almacenes, internet, etc.), que implicó un duro golpe al “statu quo” en el que se encontraba la mediación tradicional, así como el replanteamiento de su futuro.

Un personaje de la Historia del Seguro que creas deba ser recordado por los mediadores y por qué motivo.

En la España de principios del siglo XX ha habido muchos personajes que “lucharon”, pero luchar, de verdad, para que esta técnica-ciencia que es el Seguro cobrara el lugar que le correspondía en nuestro país. Tendría que citar a muchos, pero como hay que simplificar, recordaré a Josep Maluquer i Salvador, quien a principios del siglo XX luchó por hacer más científico el seguro, y sobre todo por establecer las bases del Seguro Social e implantar los medios para poder llegar a la realidad social que hoy disfruta nuestro país. Mucha gente se pregunta quién es ese señor cuyo nombre está en las calles de muchas ciudades españolas, pero que todos desconocen. Pues sí, es Maluquer, el principal artífice de que el Seguro Social llegara a España.

Luego, a nivel profesional y en la segunda mitad del siglo XX, no podemos olvidar a los Larramendi, Serra, Porras y otros muchos que consiguieron que nuestro sector despertara del letargo posbélico y a los que pronto dedicaremos un estudio individualizado.

ERRORES DEL PASADO QUE SE REPITEN

¿Qué debe aprender la Mediación de su pasado?

La Mediación debe mirar a un tiempo al frente y hacia atrás. Es equivalente a cuando conducimos un coche. Si no miramos el retrovisor de vez en cuando, corremos un grave riesgo de sufrir un accidente.

Tiene que aprender del pasado a corregir la falta de profesionalidad de la que aún adolece una buena parte de este colectivo, a incrementar el reducido tamaño de sus empresas, que generan ineficiencias, tanto en costes como en gestión y a mejorar la escasa capacidad para el asociacionismo y su representatividad frente a las compañías.

Todos ellos son aspectos en los que la Mediación ya erró en el pasado (y lo corrigió), y en los que sigue tropezando.

Con la perspectiva que da el tiempo, ¿cuáles son los errores que ha cometido los mediadores?

El principal, la atomización. No tiene ningún sentido que en nuestro país, más del 90% de las empresas de mediación (físicas o jurídicas) siga facturando, cada una de ellas, menos de un millón de euros de primas anuales. No es rentable para el mediador, ni le permite la necesaria capacitación suya, ni de su equipo. Esto influye directamente en el servicio que se presta al cliente.

Se debía limitar o controlar el funcionamiento de todas aquellas empresas de mediación con ingresos anuales por primas inferior a los 500.000 euros. Con volúmenes inferiores a esta cifra es prácticamente imposible vender seguros, dar servicio a los clientes y gestionar la empresa.

El siguiente problema va implícito en nuestra idiosincrasia; es la “incapacidad para el asociacionismo productivo”.  La capacidad de negociación de la Mediación frente a las aseguradoras es muy baja. Salvo algunos honrosos casos de asociaciones de corredores que han sabido avanzar en este tema, para el resto de la profesión el nivel de representatividad ante las compañías es bajísimo.

En el caso concreto de los agentes afectos creo que viven uno de los peores momentos de su historia. La pérdida de derechos (económicos, de gestión, de representatividad, etc.) que se ha sufrido en los últimos años no se ha conocido con anterioridad. Esto es, en parte, fruto del pequeño tamaño que cada uno de los componentes de este colectivo representa para las entidades.

LA MEDIACIÓN Y LAS COMPAÑÍAS DE VENTA DIRECTA

Hace treinta años, las “líneas directas” decían que iban a acabar con los mediadores de seguros y, aquí estamos. ¿Dentro de 30 años seguiremos estando?

Con la aparición de las “líneas directas” a mediados de la década de los 90, nos echamos las manos a la cabeza porque aquello iba a suponer el fin de la mediación aseguradora tal como la conocíamos. Recuerdo un anuncio de “Direct Line” de aquella época en la que unos asegurados estaban hablando en el despacho de un mediador de seguros y subrepticiamente entraba el teléfono rojo con ruedas, armado con una sierra circular. En plan película de miedo va serrando poco a poco el suelo debajo del mediador. Cuando termina, el mediador desaparece en el vacío. El mensaje que aparecía en pantalla era “No se preocupe, no le necesita. Estamos nosotros”. Era aproximadamente 1996.

Cuando estas empresas llegaron a España estimaban que en los primeros cinco años alcanzarían una cuota de mercado del 7 % que posteriormente iría subiendo. Hoy, 20 años después, siguen en una cuota inferior.

Resumiendo la respuesta: por supuesto que la mediación tradicional seguirá dentro de 30 años, tan activa o más que en la actualidad; ahora bien, muy adaptada a las nuevas circunstancias, no como está hoy.

¿Hay aspectos de la actualidad que supongan un “déjà vu” para un estudioso de la historia como tú?

Si, en el campo de la mediación, muchísimos.

Como decía Georges Santayana, “El país que no conoce su pasado está condenado a repetir sus errores” y, por desgracia, en el sector asegurador somos muy poco dados a “mirar el retrovisor” cuando gestionamos. Creamos e improvisamos continuamente, pero muchos de esas creaciones fueron ya errores en el pasado.

BUENAS PERSPECTIVAS PERO NO PARA TODOS

Para la mediación profesional,  ¿cualquier tiempo pasado fue mejor?

La pregunta está muy bien planteada y exige de una respuesta cuidada.

Para la mediación profesional, no existirán diferencias entre el pasado y el futuro. Siempre estará ahí adaptándose al momento, profesionalizándose cada vez más y dando servicio tanto a sus clientes como a las aseguradoras.

La “mediación aseguradora profesional” es lo más parecido a los profesionales de la medicina, siempre los vamos a necesitar, por mucho apoyo médico telefónico que te puedan dar, por mucho que puedas consultar en la Wikipedia los síntomas de los que te pasa cuando sientes un dolor; cuando tienen un problema real, eso no te vale.  Necesitas ver cara a cara a tu profesional, y que te cuente qué te pasa y como tratar ese problema en ese momento, y no importará ni la hora ni el día. Bien, pues esa mediación profesional seguirá estando, con idéntico o mayor peso, dentro de 30 y dentro de 60 años.

La que no estará es “la otra”, la mediación no profesional, la advenediza, la que está en esta profesión porque no encuentra otra cosa, la que compagina esta actividad con otras múltiples y genera confusión en el cliente por su desconocimiento del tema que está tratando. Ésa no tiene futuro.  Pero en tanto que las compañías sigan generando códigos de agencia de forma compulsiva, y sin unos principios racionales de selección, (al igual que ocurre en Estados Unidos o en Alemania); mientras que se sigan lanzando al mercado cada año cientos de personas con escasa formación aseguradora, seguiremos sufriéndola y seguirá siendo un mal necesario del sector.

 

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