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Javier Sirvent, technology evangelist
“Con la tecnología, todo está por hacer” 


 
¿Quién es Javier Sirvent? Alguien lo bautizó, acertadamente, como un “technology evangelist”, un “evangelizador”, un visionario que “une cosas” entre el mundo de la ciencia y la tecnología y anticipa tendencias. Sirvent aún recuerda cuando casi le tildaban de loco cuando anticipó el cierre de miles de oficinas bancarias ante el imparable avance del autoservicio  bancario en Internet. En esta entrevista anticipa que en el sector asegurador, que incluso está por detrás del financiero, los corredores de seguros deben cambiar su imagen, actualizarse y formarse, “porque las cosas están cambiando y muy rápidamente”. Pero a pesar de que Sirvent barrunta tormenta, porque nada será como antes, también es muy positivo, ya que con la tecnología todo está por hacer, especialmente si los profesionales ponen pasión.



 
¿Tanto va a afectar la tecnología al sector asegurador?

 

La tecnología lo está cambiando todo y cada vez a mayor velocidad. Ahí está la famosa Ley de Moore, que se lleva cumpliendo sesenta años y llevamos cuarenta diciendo que va a dejar de cumplirse y no es así.


Y la tecnología ya no es la tecnología en sí, es cómo está cambiando la forma en la que se comportan las personas. Hace seis años nadie se imaginaba compartiendo un coche con un extraño y ahora es uno de los pilares que está hundiendo importantes compañías de transporte de viajeros. Así que la tecnología lo está transformando todo y lo va a transformar todo de tal forma que muchas empresas van a tener que dejar lo que están haciendo hasta ahora para comenzar a hacer cosas completamente diferentes. Y eso no es solamente transformación digital; no me gusta llamarlo así, porque no es solo tecnología, es transformar a las personas.


Lo está cambiando todo: nuestra forma de trabajar, de relacionarnos, de consumir… todo. Es imparable. Inteligencia artificial, big data, Internet de las Cosas… todo está cambiando y, desde luego, también el sector seguros, que lleva años sin “actualizarse”. Fíjate, incluso va por detrás de los bancos, que sí se están poniendo las pilas, pero que, a pesar de ello, en 10 años verán cómo el 40% de su negocio ha desaparecido. ¿Y las compañías aseguradoras? Pues en ese mismo tiempo muchos modelos de negocio y tipos de seguros van a desaparecer, sí o sí; se van a transformar. Pero, claro, esta transformación requiere de nuevos conocimientos y de profesionales que tengan una mente muy abierta. ¿Y qué pasa? Pues que muchos directivos están calculando si esa ola les llega. Si tardará diez años y se jubilan en cinco, entonces no les pilla… Este es uno de los grandes problemas de muchas compañías: el no acometer los grandes cambios, que a veces comportan grandes riesgos, simplemente por comodidad de los equipos directivos.



 
Y los corredores de seguros, ¿tienen futuro en este nuevo entorno?

 

Es complicado. Hace dos años yo decía que se cerrarían 6.000 oficinas bancarias y me tachaban de loco. Se van a cerrar 9.000 oficinas y esos son muchos puestos de trabajo. Y los bancos están reaccionando. Por las informaciones que tengo, este año los corredores están perdiendo negocio porque los bancos les están capturando esos clientes con productos mixtos y vinculados. Si los corredores no reaccionan, es posible que se les escape mucho negocio. Y eso que el corredor es un profesional del riesgo, pero necesita un cambio de imagen, una actualización y mucha formación, porque las cosas están cambiando y muy rápidamente. Por ejemplo, de los que nos lean, que levante la mano el que sepa hacer una póliza “cyber”. Y, ahora mismo, es más fácil que unos piratas informáticos te roben los datos informáticos y te “destrocen” tu empresa a que te entren a robar en tus instalaciones. ¡Si desde hace cuatro años los ciberdelitos generan más ingresos para las mafias del Este que el tráfico de armas y drogas juntos!



 
Da la impresión de que se cierra una puerta pero se abren otras.

 

Van a abrirse ciento de puertas, de modelos de negocio, pero nada va a ser como antes. Tengo muy buena relación con José Luis Cordeiro, de la  Singularity University, que dice que entreinta años seremos inmortales. Moriremos, pero descargaremos nuestros cerebros en ordenadores… Muy de ciencia ficción, vale, pero ¿para qué quiere la gente un seguro de Vida si va a ser inmortal? Es una pregunta curiosa, pero si la esperanza de vida va a crecer enormemente, será complicado que las nuevas generaciones piensen que tener un seguro de Vida les compensa. En cambio, cambiarán las pólizas de Salud para estos mismos clientes o simplemente dar otras cosas a cambio. La cabeza me estalla de pensar posibilidades para los famosos Millenials, X Generation, Z Generation, etc.


También, por ejemplo, cambiarán los seguros de Automóviles. Los coches autónomos parece que desde el sector asegurador ya sí se ven como algo real, (¡hace un par de años, ya avisaba y me tachaban de loco!) Y, ahora, los que siguen incrédulos te vienen con el cuento de: “fíjate, es que se ha matado una persona”. Claro, pero es que iba viendo una película y ha sido un accidente mortal después de 16 millones de kilómetros recorridos. En esas condiciones, calcúlale la póliza. Es de risa. Ya me contarás si estos coches, que son mínimo un 25% más seguros actualmente, que uno conducido por una persona, comienzan a ser mayoría en cinco años, ya me contarás qué pólizas vas a vender.



 
Y un corredor, con una parte importante de su cartera en ramos masa, ¿hacia dónde debería dirigir su día a día?

 

Yo repito una palabra que no es nada tecnológica: pasión. Ningún corredor que no tenga pasión va a sobrevivir. Porque el futuro no es sencillo y va a requerir que tome decisiones, que se interese por nuevos productos, nuevas tecnologías, nuevos nichos de mercado… Porque con la tecnología se abren muchísimos nichos de mercado, desde seguros para drones a seguros para instalaciones fotovoltaicas, para nuevas formas de cultivo, servicios…  ¡¡Pero si está todo por hacer!!


Algunas veces necesitas que te muevan la silla, que te saquen de la zona de confort, pero de un tortazo, y esto que viene, hará que muchos corredores tengan miedo, pero también servirá para que otros muchos adopten decisiones de aventurarse en nuevas posibilidades de negocio, de innovar, de investigar…


Te pongo un ejemplo donde pueden tener posibilidades de desarrollo futuro. Yo colaboro como consultor en lanzaderas de startups y foros de emprendimiento y jamás, jamás, he visto un corredor de seguros en estos foros para informar a estos emprendedores de los riesgos y de su aseguramiento. Ves incubadoras cientos de proyectos, con algunas ideas muy, muy brillantes, y donde ves que siempre hace falta el asesoramiento de profesionales de expertos en riesgos.



 
Pero la buena noticia es que se pueden desterrar dos mitos: ni la tecnología ni la formación son caras.

 

Claro, en absoluto. El coste de un “megasmartphone” está por debajo de los 150 dólares. Un teléfono con memoria, acelerómetro, GPS… es un coste absolutamente ridículo, es superaccesible. Es más, hay compañías en España que te generan prototipos de bajo coste para nuevas implantaciones, para nuevos modelos de negocio. Con la tecnología actual –Internet de las Cosas, Big Data, telemática e incluso inteligencia artificial…– se pueden hacer muchas cosas y mucho que está por inventar. Y no hay que irse a Silicon Valley. Aquí hay mucho por hacer, siempre y cuando los gerentes de las compañías quieran dejarse ayudar y no estén calculando que sin asumir riesgos, llegarán a jubilarse.


En cuanto a la formación, está accesible en la palma de la mano, en el smartphone. Roosevelt decía hace 60 años que si alguien te pregunta si sabes hacer algo, di que sí, y ponte inmediatamente a aprenderlo. Ahora, si alguien te pregunta lo mismo, di que sí, pero te vas a YouTube, te ves un manual y al día siguiente eres el Master del Universo en lo que sea. La formación está ahí. De hecho, hay una crisis de universidades. Ya nadie te va a contratar por la carrera que has estudiado, por cuántos master has realizado… Te contratarán por tu capacidad de crear, innovar, conectar, trabajar en equipo… No por el título porque cada vez más el conocimiento es global y la forma de adquirirlo, más sencilla. Ni la tecnología ni la formación pueden ser ya excusa.
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