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Francisco Paz. Project manager de Pons Seguridad Vial, presidente de la Federación Nacional de Profesores de Formación Vial y de la Asociación Valenciana de Seguridad Vial
“Objetivo 2020: Liderazgo, recursos y ciencia serían los mejores compañeros de viaje en este gran reto que nos plantea nuestra sociedad”

 
El permiso por puntos, la reforma del Código Penal y un mejor sistema de control y sanción de infractores es lo que ha permitido a España dar un salto cualitativo en la siniestralidad en las carreteras. La reducción de víctimas mortales no ha hecho más que empezar y para conseguir el hito de 0 víctimas en 2020 hay que impulsar la investigación y dotar al sistema de más recursos. Además de ello, la conciencia del conductor será uno de los puntos fundamentales: “histeria colectiva ante episodios de ébola y no nos protegemos ante nuestra mayor probabilidad de muerte”.



 
España ha hecho muchos cambios en los últimos años en lo que a siniestralidad (víctimas) se refiere, ¿dónde ha estado el secreto?

 

Si analizamos medidas concretas y disminución de accidentes que permiten explicar el “milagro español”, nos aparecen tres hitos importantes: la aparición del permiso por puntos (2006), reforma del código penal (2008) que concretó los delitos relacionados con alcohol y velocidad y añadió el de conducir sin permiso, y por último un mayor y mejor de sistema de control y sanción para los infractores. Las medidas anteriores junto a un intangible, como fue, esfuerzo social colectivo de organizaciones, empresas, asociaciones de víctimas de accidentes de tráfico, provocaron una sinergia de cambio ante la violencia vial que ha permitido reducir de forma tan considerable la siniestralidad en nuestras carreteras.


Tampoco sería justo quitar protagonismo a los avances tecnológicos incorporados a nuestros vehículos y a la mejora y mantenimiento de las carreteras, aunque desde el inicio de la crisis echamos de menos más inversión.



 
¿Cuál sería el siguiente paso para dar un nuevo impulso a la seguridad vial y llegar al objetivo 2020?

 

La crisis y la situación política han copado casi todo el protagonismo público y eso ha restado recursos a la seguridad vial. El volver a recuperar su liderazgo, el que sea noticia destacada, el que sea de nuevo un objetivo político, nos puede reconducir de forma fácil a la senda perdida en los últimos años.


En España sólo invertimos en I+D el 1,3% de nuestro PIB. Hemos olvidado que la investigación es también fundamental para entender el comportamiento humano y que la ciencia tiene mucho que decir a la hora de evitar que nos pongamos en riesgo de una forma tan insensata.


Resumiendo: Liderazgo, recursos y ciencia serían los mejores compañeros de viaje en este gran reto que nos plantea nuestra sociedad.



 
¿Cree que habría algún aspecto que impulsará esta ‘lucha’?

 

Sin dudarlo las claves las tenemos en la educación y en la formación. La mayoría de los accidentes los causan conductores que se permiten conducir de forma distraída, displicente (con indiferencia, apatía o indolencia) o que cometen infracciones (diferentes al alcohol y velocidad). Si conseguimos que el concepto de responsabilidad compartida cale hondo en todos los que compartimos las vías (peatones, usuarios de bicicletas y el resto de conductores) el éxito estará asegurado.


La sanción puede llegar a inhibir una conducta -si pensamos que hay probabilidad que nos pille el agente o el radar- pero difícilmente provocará su cambio en el resto de casos. La apuesta tiene que ir a máximos si pretendemos lograr la “visión cero”.



 
MAL FÁCILMENTE EVITABLE

 

 
¿Hay conciencia de Seguridad Vial en España o se menosprecia?


 
Desgraciadamente aun seguimos creyendo en remedios milagrosos y tenemos demasiada prisa en lograr resultados, olvidando que la educación es como una lluvia fina que cala con el tiempo y que si la obviamos no conseguiremos los cambios permanentes en las conductas que tanto anhelamos.


Enseguida hacemos propias las herramientas de control y sanción y al final de tanto usarlas creemos que son las únicas y las más eficaces. Un país que no tira papeles al suelo tiene muy pocos accidentes de tráfico, en la educación está la respuesta.


 

Usted ha llegado a decir que el tráfico es el principal problema de salud en España. Suena duro, ¿pero entendemos lo que ello significa? 

 

Hace ya tiempo que la OMS definió los accidentes de tráfico como serio problema de salud pública. Si a lo anterior le añadimos los problemas de los “malos humos” que provoca -por cada fallecido en accidente hay diez personas que fallecen de forma prematura por problemas respiratorios- el aserto está más que justificado.


Lo que seguimos sin entender es que hablamos de un mal fácilmente evitable. En España tuvimos histeria colectiva ante episodios de ébola y, sin embargo, no nos protegemos de igual forma ante nuestra mayor probabilidad de muerte estando sanos. El problema es que basamos nuestra prevención en nuestros cálculos de probabilidades de sufrir un accidente en vez de suprimir los factores de riesgo que los causan.



 
¿Qué papel juega el factor humano en la conducción?

 

Su relevancia se evidencia al analizar las causas de los accidentes y comprobar que el factor humano está presente entre un 70 y 90 % de los accidentes de tráfico. Es verdad que al conductor hay que ponérselo más fácil y que el sistema (vía y vehículo) tiene que poder permitirle pequeños errores, pero mientras esperamos la llegada de esos avances hay que protegerle dándole mejor información y formación y, sobre todo, haciéndole consciente de su vulnerabilidad y la del resto de usuarios con los que comparte la vía.



 
CASO VOLKSWAGEN

 

 
Ya para terminar. El tema de los coches ha tenido dos noticias polémicas en el último periodo. Por un lado, la huelga de los examinadores de tráfico que parece que se ha solucionado. Por el otro, el  tema Volskwagen; ¿qué le lleva a una marca a hacer este fraude? ¿Afecta en algo a la seguridad vial y a las prestaciones de los vehículos de esta marca? 

 

Es difícil mantener el sesgo optimista ante tanto engaño. El daño no es sólo para Volkswagen sino que la desconfianza ha puesto la lupa en todo el sector.




Está claro que en los valores que han intervenido en la decisión de cometer este fraude han primado los económicos por encima de los éticos o morales. El resultado es que millones de vehículos están contaminando hasta un 40% por encima de los límites permitidos con el perjuicio ambiental y de salud que ello supone. Los Estados deberían realizar auditorías externas que garantizaran que los vehículos manipulados son, además de tan limpios como aseguran, seguros para circular. El fallo evidencia que el problema no es que una marca sea tramposa sino que no existan mecanismos para detectarla. Espero que aprendamos pronto de este error y que evitemos que se repita.

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