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Liderazgo empresarial, un entrenamiento constante


Responsabilidad, empatía, optimismo, innovación, pasión y, sobre todo énfasis en el componente humano, forman parte de los nuevos valores, estrategias y prácticas empresariales en un escenario donde se requiere algo más que productos y servicios, donde se compra credibilidad. Al margen de titulaciones, remuneración o cargo, el liderazgo hoy es una cuestión de entrenamiento en actitud, que ya se trabaja en los principales círculos formativos empresariales.

En el siglo XXI, el liderazgo ha dejado de entenderse como una característica exclusiva de los altos directivos para dar paso a una nueva fórmula que trasciende a todos los niveles de la organización. Hoy, el reto es desarrollar la capacidad de transmitir liderazgo a través de todos los estamentos de la organización en un modelo, denominado “Líder-líder”, que propone la coexistencia de múltiples líderes en un mismo entorno y en diferentes niveles de la empresa, un método que triunfa cuando el liderazgo de unos sostiene e impulsa el de los otros y multiplica el de la organización.

Cambio de mentalidad, cambio de actitud

Frente al antiguo modelo del jefe-director/gestor, centrado en la planificación, las retribuciones, el control, los objetivos y los resultados, el nuevo líder-jefe considera el proceso tan importante como los resultados y focaliza en la visión, en la estrategia, en el establecimiento de prioridades, en la innovación, en la mejora continua y, muy especialmente, en las personas que le acompañan en esta andadura.

Para ello, además de priorizar su propia formación, el líder-jefe pone énfasis en el desarrollo de su capacidad para motivar al equipo, elevar la confianza de los miembros e ilusionarlos. Y se erige en modelo, llevando en todo momento la iniciativa e impulsando constantemente el cambio. Siendo un coach para su gente, sacando lo mejor de ellos, conseguirá transmitirles y desarrollar en ellos su propia capacidad de liderazgo.

En este contexto es especialmente importante trabajar la actitud, ensalzando la responsabilidad, la autodisciplina y la capacidad para el compromiso cuya existencia llevada al último extremo, hace innecesaria la jerarquía. Del mismo modo se valora la voluntad para hacer las cosas mejores, la acción frente al conformismo y al victimismo, la lucha, el esfuerzo, el aprendizaje, la humildad o la necesidad de mejora continua.

El símil deportivo

Una de las prácticas más extendidas para trabajar el desarrollo de estas  competencias en el ámbito de las organizaciones es el establecimiento de distintos paralelismos entre los deportes y las empresas, que permiten explicar situaciones, potenciar, facilitar y consolidar distintos objetivos y reforzar y hacer efectivos algunos valores de la práctica deportiva para lograr mayor eficacia en el día a día.

La clave para lograr el éxito está en equilibrar agilidad, disciplina, y enfoque una vez que está claro el posicionamiento. Tanto en las empresas como en el deporte, el liderazgo se relaciona con la capacidad de influir en las personas para que trabajen con entusiasmo en la consecución de objetivos comunes. Para lograrlo es necesario diseñar modelos de funcionamiento basados en meritocracias, donde la valía sea el factor determinante.

Entre los elementos clave para avanzar en esta línea destacan la estrategia clara integral, la dirección por objetivos, los perfiles de talentos que facilitan la adecuación de los profesionales a sus roles, los sistemas de promoción transparente y el desempeño profesional del responsable con los miembros. En definitiva, se trata un liderazgo versátil que genere un clima de satisfacción, rendimiento y desarrollo e incluso puede contemplar una retribución variable, que entregue más a quien da más.

Sin embargo, como en todo proyecto deportivo, no es suficiente con definir y conocer la estrategia a seguir. Para lograr buenos resultados es necesario llevar a cabo programas de entrenamiento intensivo y constante. En este sentido, las últimas novedades en materia de formación empresarial se basan precisamente en el aprendizaje de competencias de liderazgo.

La empresa como comunidad

Para ganar la partida en la empresa y en el deporte, el liderazgo nunca debe ser visto como un fin en sí mismo, sino como un medio al servicio de la construcción de un equipo ganador, que aporta la capacidad necesaria para situar en cada puesto a la persona más apropiada. En este sentido, el líder del máximo nivel pone siempre por delante el progreso de la empresa a su propio crecimiento personal.

Las empresas deben ser tratadas como comunidades de personas con un fuerte sentimiento de pertenencia, cohesionadas. Para que una comunidad funcione los participantes deben creer en ella. La misión del líder es crear cultura dentro de los lugares de trabajo y garantizar los escenarios adecuados para que la gente pueda mostrarse auténtica, desarrollar su potencial creativo, crecer, marcar la diferencia y, lo más importante, sentirse apreciada.

En este sentido, en las organizaciones más admiradas se está trabajando en la formación de una cantera de profesionales que les permite promocionar desde dentro. Se asciende a quienes comparten la cultura y los valores de la empresa, a los que ‘sienten los colores’ y ponen lo mejor de sí mismos para implantar la estrategia definida y generar el factor diferencial que ayuda a crear marca propia posicionándola por delante de las llamadas empresas de marca blanca.

Conciliación, factor motivacional

En esta línea, practicar la cultura de la conciliación actúa como factor motivacional en los empleados de una organización, aumentando su compromiso y, en consecuencia, mejorando su productividad y eficiencia. Es responsabilidad de los directivos la implantación en las organizaciones de esta cultura que favorece la flexibilidad y el equilibrio entre la vida laboral, personal y familiar de las personas gestionándolas, no únicamente como profesionales, sino desde una visión multidimensional (trabajo, salud, pareja, familia, amigos, aficiones, voluntariado), reconociéndolas en función de sus resultados y de su eficiencia, en detrimento del tiempo que dediquen a sus tareas.

En contrapartida, debe lograrse el compromiso de los empleados para que se involucren asumiendo sus objetivos y los de su equipo y para que respeten las necesidades de conciliación de sus compañeros. De esta forma, se puede conseguir un círculo virtuoso en la línea de que los buenos equipos hacen mejores a sus jefes, es decir, los equipos cohesionados, que trabajan por un objetivo común, integrados por personas eficientes y comprometidas, generan un clima de confianza que favorece la dirección personalizada.

El liderazgo en las pymes

Ante este escenario global, las pymes se están poniendo al día, preocupándose cada vez más por identificar y potenciar el liderazgo adaptándolo a las particularidades de sus propios sectores. Más estática y poco acostumbrada a los cambios fuertes, en la pyme es aconsejable que, en una primera etapa, el líder trabaje de forma muy cercana con su equipo, que requiera su apoyo y sus conocimientos, que lo acompañe y aconseje en sus actuaciones, que identifique con él los valores compartidos y los ideales comunes, más allá de las diferencias que, inevitablemente, existan.

Progresivamente se va formando en la organización un modelo integrador capaz de incorporar la energía y el entusiasmo de las personas y de crear nuevos líderes en todos los estamentos de la misma. Este modo de entender la organización, evita la fragmentación y lleva a que gradual y naturalmente cambien los modelos mentales, la cultura y la estructura, no como algo impuesto, sino como algo aprendido e incorporado por todos.

En este sentido, la gestión de los recursos humanos ha pasado a tener un papel estratégico dentro de la pyme, como pieza clave para contribuir a que la misión, los valores y la cultura corporativa estén alineados con la estrategia logrando así mejores resultados, y para asegurar que éstos sean compartidos con los empleados fomentando el sentido de pertenencia a la organización.

El líder en el campo de la mediación de seguros

El sector del seguro está tomando consciencia de este nuevo escenario que requiere reinventarse, formarse y aplicar nuevas estrategias de gestión y dirección para hacer frente a dificultades reales como la saturación de algunos productos, la fuerte competencia en la oferta o las transformaciones en los canales de distribución.

En este sentido los mediadores, frente a las grandes empresas del sector, cuentan con el diferencial del valor añadido que pueden ofrecer y por ello deben poner todo el énfasis en el liderazgo para transmitir estos valores propios a sus empleados y, en consecuencia, hacerlos llegar también a sus clientes.

Es necesario que dentro de las compañías y en los canales de distribución se produzcan escenarios de diálogo abierto, constante y sincero para la búsqueda de soluciones conjuntas a los problemas que preocupan a unos y otros. Además, se deben emprender planes sectoriales, de los que resuelvan aspectos cruciales como la formación orientada a la acción, los sistemas organizativos y de procedimientos para la gestión de corredurías y agencias, su transformación tecnológica y también afrontar una perspectiva más europea propiciando las alianzas, absorciones y fusiones intra y extrafronterizas.

 

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